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Miguel de Cervantes

De San Clemente a Villanueva de los Infantes, por Lagunas de Ruidera (Tramo 2)

Rutas de Don Quijote de la Mancha

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Por delante esperan 2.443 kilómetros de uno de los corredores ecoturísticos más fascinantes del mundo: ciudades, pueblos, aldeas, iglesias, ermitas, castillos, molinos, ventas, llanuras, sierras, valles, ríos, lagunas, estepas, bosques, barrancos y … aventura, mucha aventura; como la que vivió Don Quijote con su inseparable Sancho hace más de 400 años de la pluma de Miguel de Cervantes por estas tierras castellano-manchegas. En esta Ruta tiene el viajero una cita con la historia, con la cultura, con la naturaleza y con las gentes de esta región teniendo como inigualable guía a la alargada figura de Don Quijote.

Rutas del Quijote - Tramo 2

“De lo que sucedió a don Quijote en el castillo o casa del Caballero del Verde Gabán, con otras cosas extravagantes. Halló don Quijote ser la casa de don Diego de Miranda ancha como de aldea; las armas, empero, aunque de piedra tosca, encima de la puerta de la calle; la bodega, en el patio; la cueva, en el portal, y muchas tinajas a la redonda, que, por ser del Toboso, le renovaron las memorias de su encantada y transformada Dulcinea.”

Segunda Parte, Capítulo XVIII de Don Quijote de la Mancha.

Desde La Mancha conquense hasta las estribaciones de Sierra Morena, pasando por el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, el viajero recorrerá más de 250 kilómetros en este segundo tramo de la Ruta de Don Quijote. Son estas tierras de viñedos y humedales, de suaves sierras salpicadas de encinares… De San Clemente a Villanueva de los Infantes, el camino se presenta salpicado de villas, pequeños pueblos y encantadoras aldeas que componen un conjunto en el que se respira y vive un ambiente quijotesco como pocos. Muchas de las referencias cervantinas y no pocas de las aventuras de nuestro ingenioso hidalgo tienen en estas tierras sus escenarios reales e imaginados. Por citar sólo tres ejemplos, el viajero está a punto de descubrir las Lagunas de Ruidera, la Cueva de Montesinos o el escenario de las vivencias del Caballero del Triste Gabán.

“La muy noble, muy leal y fidelísima villa de San Clemente” nos sirve de punto de partida (o de llegada si el viajero decide realizar la ruta comenzando desde Villanueva de los Infantes). Esta localidad conquense es una auténtica joya del Renacimiento manchego. Su impresionante patrimonio histórico y artístico invita a un inolvidable paseo en el que disfrutar de palacios, casas nobiliarias, iglesias, capillas… y en ese caminar quizás les llegue en un eco lejano: “¡Voto a Rus -dijo Sancho-, no dé yo un ardite porque me digan lo que por mí ha pasado!; porque, ¿quién lo puede saber mejor que yo mesmo?” Y es que son muchos los que relacionan la famosa frase en boca de Sancho con el Santuario de Nuestra Señora de Rus, patrona de San Clemente.

La ruta toma dirección oeste en esta primera parte par dirigirse hace Las Pedroñeras, conocida popularmente como la capital mundial del ajo. Antes, el viajero habrá podido contemplar el castillo junto a la aldea de Santiago de la Torre. No muy lejos, en pleno corazón de La Mancha conquense, se levanta El Provencio donde el ladrillo, la piedra y los muros encalados dibujan la popular arquitectura de esta villa fundada por el Infante Don Juan Manuel en el siglo XIV. Entre El Pedernoso, Las Mesas y Pedro Muñoz podrá disfrutar el viajero de complejos lagunares como el de Manjavacas. Más al sur llegaremos a Socuéllamos, rodeada de campos de cultivo con el protagonismo de los viñedos e interesantes muestras en sus alrededores del paso por estas tierras de los romanos.

La Ruta declina hacia tierras del sur. Villarrobledo aparece como siguiente parada obligada. Ciudad manchega, dinámica y moderna, guarda un impresionante patrimonio artístico y arquitectónico fruto de una rica y larga historia. Iglesias, conventos, casonas, fachadas, escudos, plazuelas, callejas… se disfrutan en el recomendable paseo por el caserío. No debe olvidar el viajero que se encuentra en una de las vegas más fértiles de estas tierras manchegas en las que se alimentan más de 30.000 hectáreas de viñedos, casi 50 millones de cepas de vid, lo que da fama mundial al municipio al convertirse en el mayor productor de uva y vino del mundo. El camino nos conduce a Ossa de Montiel, villa tranquila y de agradable paseo.

Las Lagunas de Ruidera, la cueva de Montesinos, el Castillo de Rochafrida, el Valle de San Pedro… está el viajero a punto de entrar en un mundo quijotesco por excelencia; lugares que quedaron plasmados en la obra cervantina como mundo de magia, de leyenda, de aventura… La parada es obligada en las Lagunas de Ruidera. Este excepcional humedal, nacimiento del río Guadiana, paraje de impresionante belleza y riqueza natural está compuesto por el cercano pantano de Peñarroya y 15 lagunas de origen cárstico que discurren sobre un tramo fluvial de unos 30 kilómetros, con espectaculares cascadas que sirven de conexión entre ellas. Sus aguas de un azul espectacular contrastan con el verde de la vegetación y los tonos ocres y rojizos de la tierra. Son estas lagunas, como el viajero avezado ya sabe, el resultado del hechizo de Merlín quien convirtió a las hijas y sobrinas de la dueña Ruidera en otras tantas lagunas, “que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera”. Es recomendable que el viajero acuda al cercano Centro de Interpretación del Parque Natural para que se empape de toda la riqueza que aquí se encierra y disfrute de la variada oferta de ocio que incluye senderismo, buceo, rutas a caballo, piragüismo, pesca, acampada, turismo rural…

El segundo tramo de la Ruta de Don Quijote finaliza (o comienza si el viajero inicia desde esta villa su camino) en Villanueva de los Infantes, todo un regalo histórico, cultural y espiritual para el cuerpo y el alma.

El caserío de Villanueva de los Infantes es hoy una dinámica población de intensos ecos históricos y literarios, que encierra una excepcional riqueza arquitectónica y donde alcanzan máximo esplendor el Renacimiento y el Barroco más manchegos. Sus calles y plazas fueron el escenario de los paseos de nuestro bien amado Miguel de Cervantes; en el Convento de los Dominicos vivió y murió Francisco de Quevedo; Lope de Vega también conoció la ciudad junto a ilustres personajes que aquí vivieron como Santo Tomás de Villanueva, Jiménez Patón o Francisco Cano. Foco espiritual y literario del Siglo de Oro, en Villanueva de los Infantes se encuentra la casa de Don Diego de Miranda, el Caballero del Verde Gabán, donde nuestro inseparable compañero de viaje, Don Quijote, vivió intensas discusiones poéticas y filosóficas… Debe el viajero perderse por las empedradas calles y plazas de la ciudad, a su paso aparecerán, entre muros encalados y sillares de piedra, iglesias, santuarios, ermitas, capillas, oratorios, palacios, casas solariegas, conventos, pórticos, escudos, inscripciones… Todo un mundo por descubrir.

Fuente: Instituto Don Quijote de promoción turística, cultural y artesana de Castilla-la Mancha

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