La fecundidad de la generación del 98 - Comentario
Julián Marías recuerda en su artículo el próximo cumplimiento del primer centenario de la generación del 98 y resalta el valor perdurable de dicha generación que, según él, abre una época cuya actualidad sigue vigente. La generación del 27 la ve como una continuación de la del 98.
A continuación analiza los diferentes elementos que la sociedad contemporánea ha heredado del grupo del 98: su autenticidad, su sentido literario, la posesión de la realidad de España… Introduce el concepto de “fecundidad” de la generación que según Marías se puede apreciar en la incorporación de numerosos escritores a esta corriente. El articulista menciona otro rasgo de la generación del 98, su libertad y variedad ideológica, y propone conservar los rasgos de esta generación a la vez que se conserva innovadoramente
El artículo se podría dividir en seis partes distintas. En la primera, que abarca las quince primeras líneas, Julián Marías resalta el valor perdurable de la generación del 98, ampliamente reconocido. Añade además que la proximidad del centenario de dicha generación ha avivado la conciencia de su significación.
La segunda parte llega hasta la línea 53. En ella el autor señala el año 1898 como el comienzo de una época que llega hasta nuestros días, y que, en su opinión, también motivó la aparición de la generación del 27. A éste fenómeno se refiere con el concepto de “fecundidad” de la generación.
En la tercera parte, líneas 54 a 100, Julián Marías enumera distintos legados del Grupo del 98. Subraya por una parte su autenticidad, la introducción de un nivel distinto al anterior. También hace hincapié en el sentido literario y la posesión de la realidad de España por parte de la generación mencionada.
En la cuarta parte, hasta la línea 144, el articulista dice que la fecundidad de la generación del 98 también ha dado lugar a la incorporación de autores como Rubén Dario.
Entre las líneas 145 y 157 el autor resalta la libertad y variedad ideológica que el Grupo del 98 ha aportado a la literatura.
La última parte, desde la línea 158 hasta el final, contiene la siguiente conclusión: se deben tener en cuenta y conservar los rasgos de la generación del 98 pero también transformar innovadoramente.
El presente artículo es un texto de opinión extraído del periódico “ABC” del 31.12.1997 en el que su autor, J. Marías, recuerda un hecho de actualidad, el C aniversario de la generación del 98 y expone su opinión acerca de este tema. Son numerosos los rasgos que evidencian que el texto periodístico presente pertenece al género del ensayo.
En primer lugar el uso de un nivel idiomático culto es evidente. Es marcado por la coherencia entre párrafos mediante los mecanismos de cohesión – nexos gramaticales, la conjunción adversativa “pero”, la preposición “desde” y nexos semánticos con la función de resumir lo anterior y resaltar una idea concreta: “Lo más valioso”. La presencia de determinados campos semánticos como el de la literatura contribuye también a mantener la coherencia: “generación, leídos, sentido literario, Unamuno, Maeztu, autores”.
Dentro de un mismo párrafo se mantiene la coherencia mediante pronombres –“nos” – o determinantes – “nuestro tiempo”, “sus fuerzas”.
Otra característica del nivel culto del lenguaje es la amplitud en el vocabulario que se puede ver claramente entre las líneas uno y cinco donde aparece una enumeración plurimembre de términos abstractos: “La excelencia, la capacidad creadora, el valor…”. Aquí se aprecia que son términos similares, lo cual revela que pese al lenguaje culto y cuidado, el texto pretende ser de fácil comprensión por lo que se pone especial énfasis en ideas claras como ésta.
El empleo de los modos de elocución debe ser mencionado también para la caracterización genérica del texto como un ensayo. Los principales son la exposición y la argumentación. La exposición es de especial relevancia cuando se presenta una idea principal y se caracteriza por las oraciones enunciativas y su objetividad: “todo lo que está oculto aparecerá”. Como vemos en esta cita son afirmaciones irreprobables que posteriormente se justifican mediante la argumentación. Ésta aparece marcada por las citas de autoridad – ll. 166-167 se alude a un poema – y la experiencia personal; el conocimiento de los miembros de la generación le cualifica a este ensayista para opinar sobre ella. También la mención de numerosos autores, como “Gómez Moreno”, fuera de la nómina típica del grupo noventayochista, le imprime una mayor credibilidad al ensayo al demostrar la experiencia del articulista en temas literarios.
Como modos de elocución secundarios cabe reseñar la narración y la descripción. La narración es marcada por las formas verbales perfectivas como el pretérito perfecto simple – “dejaron” – o el pretérito perfecto compuesto: “hemos nutrido … han renunciado”. El aspecto de estos tiempos verbales es perfectivo con lo que se resalta el resultado de la acción, ya acabada. Por ello dice: “Nos dejaron unas cuantas cosas” al importarle el hecho de haber recibido una herencia y no el proceso. Por el contrario, esto es lo que importa cuando aparece la descripción, evidenciada por formas verbales de aspecto imperfectivo: el presente con valor histórico – “empieza” – perífrasis verbales de aspecto imperfectivo – “vengo sosteniendo” – o el condicional: “sería” con el que resalta el valor hipotético de una acción. Los dos últimos modos de elocución se alternan indistintamente. Hay partes, sin embargo, donde predomina más uno de los dos. Por ejemplo en las líneas 73 a 85 predomina la descripción: el dinamismo es negativo y las formas verbales imperfectivas: “amor incurable, doloroso, hecho de apego, descontento … estaba movida”.
Aparecen diversas funciones del leguaje a lo largo del ensayo. Por una parte se puede distinguir la presencia de la función expresiva evidenciada por las formas verbales y pronombres en primera persona del singular –“me preocupa”, “He conocido personalmente” – y la adjetivación especificativa: “admirables escritores”. Se emplea esta función mayoritariamente cuando el autor comenta un hecho y lo valora: “Lo más valioso”. Por ello el ensayista hace uso de un lenguaje connotativo conseguido mediante la ya mencionada adjetivación explicativa y la inclusión de comentarios personales.
Estrechamente ligada a esta función distinguimos la apelativa mediante la cual se incluye al lector, con lo que éste concibe la problemática más directamente. Rasgo característico de esta función es la aparición de formas verbales y pronombres de la primera persona del plural: “Nos dejaron”, “teníamos”. Con ello se transmite la impresión de que el lector debe compartir la misma opinión que Julián Marías.
La función referencial se opone radicalmente a las dos anteriores, aunque también aparece en el ensayo presente. Rasgos evidentes son: la tercera persona – “hizo” – y las oraciones impersonales – “se ha avivado” – al igual que las oraciones en pasiva: “son reconocidos por”.
También el lenguaje denotativo, conseguido entre otros elementos mediante la adjetivación especificativa –“capacidad creadora” – prueba la presencia de la función referencial. Ésta sirve para imprimirle un mayor realismo al texto con el fin de impresionar a cualquier lector por el contenido. Por ello la actitud del articulista pretende ser objetiva, algo que no sólo consigue con la función referencial sino también mediante la exposición y la argumentación. También la cita de fechas concretas – “98, 27, 1886 …” – contribuye a crear dicha objetividad. Aparecen ciertos destellos de subjetividad evidenciados por la función expresiva y apelativa, al igual que por el lenguaje connotativo, aunque las partes en las que Julián Marías expresa su opinión son escasas. Sólo cuando critica a aquellos que han renunciado a nutrirse de la generación del 98 se puede reconocer claramente la citada subjetividad.
La escasez de la subjetivad está relacionada con la intención comunicativa del autor, quien, a mi juicio, tiene como principal objetivo informar al lector sobre la influencia de la generación del 98 en la actualidad
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