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Lenguas y dialectos de España

Formación de las lenguas peninsulares

Lenguas y dialectos de España

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Son diferentes los estadios que han contribuido a la conformación actual de las lenguas y dialectos que se hablan en la Península Ibérica. En las épocas antiguas habitaban en la iberia diversos pueblos de los que se sabe poco: los iberos (Levante), los vascos (norte), los tartesos (sur), los celtas (noreste) y colonias costeras de pueblos comerciantes, fenicios y griegos en un primer momento y posteriormente los cartagineses. De todos estos pueblos quedan vestigios gracias a los topónimos o algunas inscripciones conservadas.

Con la conquista romana, estas lenguas fueron desapareciendo, quedando meramente el sustrato prerromano que influirá en el acento peculiar de la lengua usada en las distintas regiones y en las características fonéticas. De este sustrato prerromano proceden ciertos sufijos como - osco, -asco, -usco , que se cree de origen ligur; -arro, -orro, -urro, -berri, -gorri de origen vasco y cierto número de términos como vega, nava, balsa, álamo, cachorro , etc.

I.I. Romanización

Los romanos llegan a la Península Ibérica en el año 218 a.C. por un enfrentamiento contra el pueblo cartaginés, de origen africano. Es en este momento cuando comienza la romanización de la Península, cuya conquista culminó Roma en el año 19 a.C.

La romanización fue un proceso de colonización cultural en el que la superioridad cultural romana llevó a la asimilación de costumbres, formas de vida, instituciones político-sociales y por supuesto de la lengua. Este proceso duró hasta el siglo V, fecha en que se consumó la desintegración del Imperio romano por la invasión de los pueblos bárbaros.

El latín pasa por consiguiente a convertirse en la lengua de Hispania. La adopción del latín se vio favorecida por la disgregación lingüística que imperaba en la Península, convirtiéndose en un elemento de unificación, que además, posibilitaba el entendimiento con la metrópoli, Roma.

El origen de las lenguas de la Península, a excepción del vasco, es por consiguiente latino. No obstante hemos de tener en cuenta lo siguiente:

  • La modalidad de latín que llegó a España fue una lengua oral y popular llamada latín vulgar, que era diferente al latín culto escrito;
  • Los agentes de la romanización fueron el ejército, los mercaderes, emigrantes y funcionarios de la administración; por consiguiente, no eran los estamentos más cultos.
  • La implantación de la lengua y de la cultura romana no se llevó a cabo en todo el territorio peninsular por igual ni al mismo tiempo; de ahí que el latín vulgar fuera una lengua poco uniforme y proclive a la diferenciación.

I.II. Las lenguas romances

Se conoce con el nombre de lenguas romances a las lenguas resultantes por la distinta evolución seguida en cada uno de los territorios tras la caída del Imperio Romano.

En la Península la evolución sufrió el influjo de diferentes pueblos que pasaron por ella, dejando rastros de su paso en la lengua.

Tras la caída del Imperio Romano, podemos distinguir una primera etapa visigoda . Los visigodos fueron un pueblo germánico que se asentó en la Península. Al llegar a Hispania, ya estaban bastante romanizados, por lo que esto facilitó su paulatina hispanización. De esta etapa quedan en el castellano abundantes topónimos, como son Aldegode (aldea del godo), Vilagude , etc., numerosos antropónimos: Álvaro, Alfonso, Elvira, Ramiro, y términos léxicos referidas a las costumbres y a la guerra, como espía, espuela, parra, rueca, adrede, yelmo,.

La siguiente etapa a destacar es la etapa árabe , que tuvo mayor importancia para el desarrollo de las lenguas peninsulares, pues actuó como precipitador del proceso de diferenciación del latín vulgar hacia las diversas modalidades dialectales.

Desde el año 711 y durante más de seis siglos, los árabes ejercieron la hegemonía política en la Península, trayendo a ésta una nueva cultura que comprendía saberes muy avanzados tanto en el campo artístico y agrícola, como en el de la técnica y la ciencia. Por consiguiente, aportaron un enriquecimiento léxico en todos los terrenos. Se contabilizan más de 4000 vocablos árabes en el léxico castellano de procedencia árabe. Son árabes los términos: albañil, azotea, acequia, noria, alguacil, almacén, aduana , pudiendo además observar la fusión del artículo árabe ' al' a muchos de estos vocablos. En toponimia aparecen también muchos compuestos de palabras árabes, como 'guad' (río), 'ben' (hijo) , 'calat' (castillo), : Guadalén, Benidorm, Calatayud . Asimismo, el castellano se enriqueció de abundantes expresiones e interjecciones, como son : hala, ojalá, fulano, mengano, de balde .

Además, la invasión árabe precipitó la evolución de las diferencias en el uso del romance, pues los hispanogodos, incapaces de hacer frente a los árabes, se refugiaron en las zonas montañosas del norte de la Península, donde se fue diferenciando paulatinamente una modalidad distinta de romance.

Por otro lado, una buena parte de la población cristiana decidió permanecer en los territorios ocupados por los árabes, dado que éstos respetaron su lengua, religión y costumbres. El dialecto que desarrollaron estos hispanos, el mozárabe, se vio fuertemente constreñido por el entorno árabe, que les impedía el intercambio con la lengua romance de los cristianos del norte. Este dialecto desapareció definitivamente, cuando la Reconquista ganó terreno y se fueron imponiendo los dialectos del norte. El mozárabe era muy arcaico y conservador, perviviendo en él vocablos como baiga (vega), tauro (toro). Se ha llegado a conocer este dialecto a través de las jarchas, cancioncillas amorosas insertas en poemas hebreos o árabes, las muwasaha.

I.III. Distintos romances peninsulares

Durante el período de ocupación árabe existieron, como se ha visto supra, distintos focos de resistencia cristianos. Estos dieron origen a distintos reinos, cuyo objetivo era la reconquista de España. Cada uno de estos reinos dio lugar a una modalidad diferente de romance, que se distribuyeron, de occidente a oriente, tal como sigue:

I.III.I. Galicia:

Aquí se formó un conjunto de condados que se asentaban junto a la costa atlántica y en torno a Santiago y estaban sometidos al reino astur-leonés. La lengua romance aquí hablada era el dialecto gallego con un fuerte sustrato celta. Al extenderse hacia el sur dio lugar al portugués, que recibe este nombre a partir del siglo XI cuando Portugal se independiza de León.

I.III.II. Reino astur-leonés:

Este reino se constituyó en torno a la monarquía que se sentía heredera de la visigótica. De ahí que esta lengua tendiera hacia el conservadurismo y fuera reacia a la innovación.

I.III.III.Castilla:

En origen era una pequeña comarca fortificada y sede de condados independientes del reino de León. En el siglo X logró su unidad e independencia con Fernán González. La lengua aportaba rasgos innovadores e incluso revolucionarios.

I.III.IV. Navarra y Aragón:

La lengua romance de este reino escindido en dos abundaba en rasgos conservadores, parecidos al leonés.

I.III.V. Cataluña:

En un principio era una zona de condados independientes del sur de Francia. Se independizó en el siglo XI y su fuerza expansiva extendió la lengua hacia el sur, llegando hasta Levante. Se trata de una lengua de rasgos conservadores e influencia provenzal.

Se denomina sustrato a los elementos o conjunto de rasgos de las lenguas autóctonas que forman hábitos lingüísticos propios y que perduran de las lenguas prerromanas.

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