Por delante esperan 2.443 kilómetros de uno de los corredores ecoturísticos más fascinantes del mundo: ciudades, pueblos, aldeas, iglesias, ermitas, castillos, molinos, ventas, llanuras, sierras, valles, ríos, lagunas, estepas, bosques, barrancos y … aventura, mucha aventura; como la que vivió Don Quijote con su inseparable Sancho hace más de 400 años de la pluma de Miguel de Cervantes por estas tierras castellano-manchegas. En esta Ruta tiene el viajero una cita con la historia, con la cultura, con la naturaleza y con las gentes de esta región teniendo como inigualable guía a la alargada figura de Don Quijote.
“Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar –que era hombre docto, graduado en Sigüenza– sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Inglaterra o Amadís de Gaula...”
Al norte de Castilla-La Mancha se extienden las tierras altas de la provincia de Guadalajara. Tierras de fortalezas que desde los cerros dominan las parameras, de pueblos con la mayor concentración de arte Románico de la región, de históricas salinas y de naturaleza desbordante. Situadas alrededor de la vía histórica de comunicación entre Castilla y Aragón, bien pudieran haber sido los parajes que recorrieran Don Quijote y Sancho en su Tercera Salida hacia Aragón y Cataluña. Se inicia el camino en La Fuensaviñán, con su Iglesia Parroquial de la Asunción. Aquí los romanos levantaron una villa de la que se han hallado columnas y otros restos. De esta misma época destacan dos fuentes de piedra de los siglos III y IV situadas en un idílico paraje donde se sitúa un área de recreo de la Ruta. En las cercanías de Torremocha del Campo, el viajero puede visitar el Castillo de la Luna, fortaleza del siglo XII que se levanta en La Torresaviñán; esta atalaya conserva gran parte de sus murallas y la torre del homenaje. Hacia el noroeste se localiza el Parque Natural del Barranco del Río Dulce, cuyas hoces presentan numerosos atractivos para el viajero, que no debe perder la oportunidad de disfrutar de sus impresionantes cortados o de la generosa vegetación. Inmersa en este grato escenario natural se levanta Pelegrina, con su castillo sobre un impresionante roquedo desde el que se disfruta de una sensacional vista de la Hoz del Río Dulce. En las inmediaciones se encuentra un mirador dedicado al famoso naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, en reconocimiento a las muchas jornadas que pasó trabajando en estos parajes.
La Ruta de Don Quijote llega a Sigüenza, que conserva numerosos testimonios de un pasado singular que retrotrae al viajero a tiempos en que los obispos seguntinos eran muy poderosos e influyentes. Su riqueza patrimonial es impresionante. En la Catedral de Santa María se conserva El Doncel de Sigüenza, que se ha convertido en uno de los símbolos del arte escultórico español, y el cuadro de La Anunciación de El Greco. Frente al atrio de la Catedral, en una casona del siglo XVI conocida como Palacio de los Gamboa, abre sus puertas el rico Museo Diocesano. La primacía artística de la Catedral no eclipsa otros lugares de interés que el viajero no debe olvidar durante su estancia en Sigüenza, como sus murallas y puertas, las Iglesias de Santiago o de San Vicente, el Convento de Santa Clara, la Casa del Doncel, el Seminario Viejo, el Ayuntamiento y la Plaza Mayor, el Monasterio de las Ursulinas, el Palacio Episcopal o la Ermita del Humilladero. El paseo por sus calles no dejará indiferente a nadie que haya llegado a este punto de la Ruta de Don Quijote.
En Sigüenza el camino se bifurca. Un tramo parte hacia Alcuneza y Sienes. En la primera encontramos la Iglesia Parroquial de la Cátedra de San Pedro de Antioquía y la Ermita de la Virgen de la Soledad, además de sus salinas y sus cuevas naturales, utilizadas en tiempos para recoger a los animales o guardar los aperos de labranza.
El otro tramo atraviesa Palazuelos, conocido como la pequeña Ávila. Su recinto amurallado conforma uno de los puntos más interesantes y atractivos que el viajero encontrará en este tramo de la Ruta de Don Quijote; también sobresale su Castillo terminado de construir por Pedro Hurtado de Mendoza, hijo del Marqués de Santillana, y en sus calles abundan las casonas de piedra arenisca. Son éstas tierras de salinas, como las de Bujalcayado, de las que quedan pocos vestigios, y, sobre todo, las de Imón, uno de los exponentes más destacados de la primitiva arquitectura industrial de Castilla-La Mancha. Su explotación se remonta a la época romana. Es el complejo salinar continental más antiguo, extenso y, en tiempos, el más productivo de la Península Ibérica. Antes de alcanzar el pequeño enclave serrano de Valdelcubo, el viajero debe detenerse en Riba de Santiuste, enclave dominado por la imponente presencia de su Castillo.
La Ruta toma rumbo oeste para llegar a los parajes de la conocida como Sierra Gorda. Aquí se levanta Rienda, con su interesante iglesia románica. Junto a la carretera de acceso a esta localidad se localiza un complejo salinero que, a pesar de su deterioro, conserva vestigios de sus antiguas norias, albercas, recocederos y calentadores. El camino se adentra en campos quebrados donde se alternan rocosos cerros, olmedas, valles, suaves lomas, campos de cereales, pastos, y especies autóctonas como rebollos, encinas, jaras, plantas aromáticas y vegetación propia de ribera.
Dejando atrás Tordelrábano y su popular caserío serrano, el viajero recorrerá la histórica Senda Galiana o Cordel de Merinas hasta llegar a Atienza, final de del décimo tramo de la Ruta de Don Quijote. Atienza se encuentra en una ubicación privilegiada. La Torre del Homenaje del Castillo es una de las más espectaculares de estas tierras de la provincia de Guadalajara y un buen ejemplo de la gran riqueza patrimonial que aquí se atesora. Destaca, al pie del Castillo, la Iglesia de Santa María del Rey; es el templo más antiguo de Atienza y presenta una interesante portada románica, con decenas de personajes tallados en sus arquivoltas. En la segunda mitad del siglo XIV se construyó el templo gótico de San Francisco. Paseando por este singular trazado medieval, el viajero se topará con la Plaza del Trigo, donde antiguamente se celebraba el mercado de la villa, en ella se encuentra la Iglesia de San Juan y varias mansiones nobles, como la denominada Casa del Cabildo. A través del Arco de Arrebatacapas se llega a la Plaza del Ayuntamiento, de traza rectangular y con parte de su perímetro ocupado por soportales. En ella abren sus puertas las Casas Consistoriales, ocupando una edificación del siglo XVIII. También conserva Atienza mansiones blasonadas que lucen bellos escudos heráldicos.
Fuente: Instituto Don Quijote de promoción turística, cultural y artesana de Castilla-la Mancha
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