Por delante esperan 2.443 kilómetros de uno de los corredores ecoturísticos más fascinantes del mundo: ciudades, pueblos, aldeas, iglesias, ermitas, castillos, molinos, ventas, llanuras, sierras, valles, ríos, lagunas, estepas, bosques, barrancos y … aventura, mucha aventura; como la que vivió Don Quijote con su inseparable Sancho hace más de 400 años de la pluma de Miguel de Cervantes por estas tierras castellano-manchegas. En esta Ruta tiene el viajero una cita con la historia, con la cultura, con la naturaleza y con las gentes de esta región teniendo como inigualable guía a la alargada figura de Don Quijote.
“Y fue que en saliendo al camino real se puso en busca del Toboso, y otro día llegó a la venta donde le había sucedido la desgracia de la manta, y no la hubo bien visto, cuando le pareció que otra vez andaba por los aires...”
El Campo de Montiel es una comarca histórica caracterizada por su terreno ondulado. Limita, al sur, con Sierra Morena y la Sierra de Alcaraz, siendo el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera uno de sus enclaves naturales más emblemáticos. El tramo 6 de la Ruta de Don Quijote con sus 400 kilómetros recorre estas tierras, cruzando parte de la provincia de Albacete y adentrándose en la de Ciudad Real. A su paso por La Mancha deja en la retina del viajero su gran llanura alfombrada de campos de cereales y viñedos, salpicada por algún discreto grupo de encinas, por humedales y por sabinares que cobran cierto protagonismo a medida que la Ruta se acerca a las estribaciones serranas.
Punto de inicio de este tramo es La Roda con su torre de la Iglesia Parroquial de El Salvador, conocida como El Faro de La Mancha. En el recorrido por sus calles encontraremos grandes casas solariegas e interesantes obras arquitectónicas de estilo renacentista. Algo más al norte se levanta “La muy noble, muy leal y fidelísima villa de San Clemente”, una auténtica joya del Renacimiento manchego. Su impresionante patrimonio histórico y artístico invitan a un inolvidable paseo en el que disfrutar de palacios, casas nobiliarias, iglesias, capillas… y en ese caminar quizás les llegue en un eco lejano: “¡Voto a Rus -dijo Sancho-, no dé yo un ardite porque me digan lo que por mí ha pasado!; porque, ¿quién lo puede saber mejor que yo mesmo?”. Y es que son muchos los que relacionan la famosa frase en boca de Sancho con el Santuario de Nuestra Señora de Rus, patrona de San Clemente.
La llanura manchega se convierte en escenario de nuestros primeros pasos por la Venta de Alcolea. Más adelante llegamos a Munera, puerta de entrada a la comarca del Campo de Montiel. Enclave milenario, con interesantes vestigios arqueológicos, según algunos estudiosos fue en Munera donde tuvieron lugar las famosas Bodas de Camacho, relatadas en la Segunda Parte del Quijote. Localidad con interesantes ejemplos de arquitectura popular manchega, edificios como la Iglesia Parroquial de San Sebastián y, sobre un pequeño cerro, las ruinas de una fortaleza medieval. Hacia el sur nos toparemos con interesantes formaciones lagunares que son conocidos con el nombre de navas y navajos. El Ballestero se localiza en un paraje natural de gran interés y en El Bonillo encontraremos estupendos ejemplos de arquitectura popular. Muy cerca se encuentran Lezuza, localidad con un rico pasado, Robledo y Viveros, a un paso de las Salinas de Pinilla.
No muy lejos se encuentran Las Lagunas de Ruidera, la cueva de Monstesinos, el Castillo de Rochafrida, el Valle de San Pedro… lugares que quedaron plasmados en la obra cervantina como mundo de magia, de leyenda, de aventura… La parada es obligada en las Lagunas de Ruidera, paraje de impresionante belleza y riqueza natural compuesto por el cercano pantano de Peñarroya y 15 lagunas que discurren sobre un tramo fluvial de unos 30 kilómetros, con espectaculares cascadas que sirven de conexión entre ellas.
En Alcaraz el viajero deberá dividir su interés entre disfrutar de la extraordinaria belleza natural de las montañas que rodean a la villa y gozar de la gran riqueza histórica y artística que acumula esta población albaceteña. El conjunto patrimonial es expresión del pasado que tuvo Alcaraz, destacando la importancia de su industria textil. Muy cerca se levanta el Santuario la Virgen de Cortes, el centro de peregrinación y romería más importante de la provincia de Albacete. La Ruta toma rumbo oeste y, antes de llegar a la provincia de Ciudad Real, pasa por Povedilla. A los pies de la Sierra del Relumbrar se encuentra Villanueva de la Fuente cuyo patrimonio más destacado es la Iglesia Parroquial de la Virgen de la Paz y la Ermita de los Desamparados. Aunque Montiel, final de este tramo sexto de la Ruta de Don Quijote, queda muy cerca, el camino se alarga para poder visitar Albaladejo, que conserva los restos de un castillo; Terrinches y Santa Cruz de los Cáñamos, que ya en el siglo XVI se conocía con ese nombre debido a la abundancia del cultivo de esta fibra. La Ruta se detiene en Puebla del Príncipe con su Torreón del siglo XIII. Pasaremos por Almedina, Torre de Juan Abad y Villamanrique, tierras bañadas por el río Guadalén y en las que se suceden restos de fortificaciones que defendieron durante siglos la llanura manchega de los escarceos árabes. Así lo atestiguan la Torre-castillo de La Higuera y el Castillo de Montizón. En Villamanrique se localiza la famosa Venta Nueva donde, según la tradición, descansó Sancho Panza, camino de El Toboso, para entregar la carta que su amo escribió a Dulcinea durante su estancia en Sierra Morena.
La parada es obligada en Villanueva de los Infantes, ciudad que supone todo un regalo histórico, cultural y espiritual para el cuerpo y el alma, que encierra una excepcional riqueza arquitectónica y donde alcanzan máximo esplendor el Renacimiento y el Barroco más manchegos. Sus calles y plazas fueron el escenario de los paseos de nuestro bien amado Miguel de Cervantes; en el Convento de los Dominicos vivió y murió Francisco de Quevedo y Lope de Vega también conoció la ciudad junto a otros ilustres personajes. Foco espiritual y literario del Siglo de Oro, en Villanueva de los Infantes se encuentra la casa de Don Diego de Miranda, el Caballero del Verde Gabán, donde nuestro inseparable compañero de viaje, Don Quijote, vivió intensas discusiones poéticas y filosóficas… Debe el viajero perderse por las empedradas calles y plazas, a su paso se sucederán iglesias, santuarios, ermitas, capillas, oratorios, palacios, casas solariegas, conventos, pórticos, escudos, inscripciones… Todo un mundo por descubrir. Aparecen en el camino Fuenllana, Villahermosa, con un interesante conjunto urbano y con buenos ejemplos de caserío popular manchego combinado con antiguas casonas, y Montiel, con la silueta de los restos del Castillo de la Estrella, una de las dos fortalezas que, junto a la de San Polo, se alzaban en el lugar. Muy cerca destacan la Iglesia Parroquial de San Sebastián y la Ermita del Santísimo Cristo de la Expiración.
Fuente: Instituto Don Quijote de promoción turística, cultural y artesana de Castilla-la Mancha
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