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Gerineldo

Es uno de los romances más difundidos en toda España y Marruecos. Puede tener un origen legendario: los amores de Emma, hija de Carlomagno, y Eginardo, su secretario.
-Gerineldo, Gerineldo,
paje del rey más querido,
¡quién te tuviera esta noche
en mi jardín florido!
¡Válgame Dios, Gerineldo,
cuerpo que tienes tan lindo!
-Como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.
-No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
-Y ¿cuándo, señora mía,
cumpliréis lo prometido?
-Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido.
Media noche era pasada;
Gerineldo no ha venido.
-¡Oh, malhaya, Gerineldo,
quien amor puso contigo!
-Abridme, la mi señora,
abridme, cuerpo garrido.
-¿Quién a mi estancia se atreve?
¿Quién llama así a mi postigo?
-No os turbéis, señora mía,
que soy vuestro dulce amigo.
Lo tomara por la mano
Y en el lecho lo ha metido.
Entre juegos y deleites
La noche se les ha ido,
Y allá hacia el amanecer
Los dos se duermen, vencidos.
Despertado había el rey
De un sueño despavorido:
"O me roban a la infanta
o traicionan el castillo".
Aprisa llama a su paje
Pidiéndole los vestidos:
-¡Gerineldo, Gerineldo,
el mi paje más querido!
Tres veces le había llamado,
Ninguna le ha respondido.

Puso la espada en la cinta;
Fue donde la infanta ha ido:
Vio a su hija, vio a su paje
Como mujer y marido.
"¿Mataré yo a Gerineldo,
a quien crié desde niño?
Pues si matare a la infanta
Mi reino queda perdido.
Pondré mi espada por medio
Que me sirva de testigo."
Y salióse hacia el jardín
Sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta,
Tres horas ya el sol salido;
Con el frío de la espada
Se ha estremecido.
-Levántate, Gerineldo;
levántate, dueño mío;
la espada del rey, mi padre,
entre nosotros ha dormido. -
Y ¿a dónde, mi señora,

que del rey no sea visto?
-Vete por ese jardín
cogiendo rosas y lirios;
pesares que te vinieren
yo los partiré contigo.
-¿Dónde vienes, Gerineldo,
tan mustio y descolorido?
-Vengo del jardín, buen rey,
por ver cómo ha florecido;
la fragancia de una rosa
la color me ha desvaído.
-De esa rosa que has cortado
mi espada será testigo.
-Matadme, señor, matadme,
bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones,
La infanta a su padre vino:
-Rey y señor, no le mates,
dámelo como marido;
y si lo quieres matar
la muerte será conmigo.