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La venganza de Mudarra

En palabras de José Luís Alborg, el Romancero constituye la poesía nacional por excelencia: "un inmenso poema disperso y popular", que representa una de las pocas cumbres excelsas en la literatura universal, capaz de llegar al alma de todo un pueblo sin distinción de clases y sin necesidad de preparación intelectual.

A cazar va don Rodrigo, 
y aun don Rodrigo de Lara:
con la grande siesta que hace 
arrimádose ha a una haya,
maldiciendo a Mudarrillo, 
hijo de la renegada,
que si a las manos le hubiese, 
que le sacaría el alma.
El señor estando en esto, 
Mudarrillo que asomaba.
-Dios te salve, caballero, 
debajo la verde haya.
-Así haga a ti, escudero, 
buena sea tu llegada.
-Dígasme tú, el caballero, 
¿cómo era la tu gracia?
-A mí dicen don Rodrigo, 
y aun don Rodrigo de Lara,
cuñado de Gonzalo Gustos, 
hermano de doña Sancha;




por sobrinos me los hube 
los siete infantes de Salas;
espero aquí a Mudarrillo, 
hijo de la renegada;
si delante lo tuviese, 
yo le sacaría el alma.
-Si a ti te dicen don Rodrigo, 
y aun don Rodrigo de Lara,
a mí Mudarra González, 
hijo de la renegada;
de Gonzalo Gustos hijo 
y amado de doña Sancha;
por hermanos me los hube 

los siete infantes de Salas.
Tú los vendiste, traidor, 
en el val de Arabiana,
mas si Dios a mí me ayuda, 
aquí dejarás el alma.
-Espéresme, don Gonzalo, 
iré a tomar las mis armas.
-El espera que tú diste 
a los infantes de Lara,
aquí morirás, traidor, 
enemigo de doña Sancha.